Hubiera sido el 27º cumpleaños de Antonio Puerta.
Toda una mezcla de sensaciones y utopías las que da que pensar el acordarse de Antonio. Felicidad por una parte, porque siempre será el autor del gol que nos abrió las puertas de la gloria. Siento infinita tristeza, por supuesto, por lo que supuso su marcha, su subida al tercer anillo, desde el que nos tiene que estar viendo domingo a domingo, tirándose de los pelos por su equipo del alma y sobre todo por nosotros, por lo que fuimos su público, los que tantas veces coreamos su nombre y siempre lo llevaremos en el corazón, los sevillistas, por esta lucha fraticida que algunos están empeñándose en crear (o volver a crear) en torno al equipo y las múltiples figuras que en él hay. Pero también siento sana curiosidad, piensa uno en cómo los lamentables designios del destino pusieron fin a su vida y cortaron la proyección y la carrera de un chaval que apuntaba a cotas estratosféricas, convocado por la selección, titular indiscutible en el por aquel entonces mejor equipo del mundo, preparándose para ser padre y luchando por todo tanto a nivel personal como profesional. ¿Qué sería de nuestro Antonio Puerta si hoy siguiera con nosotros?
Probablemente sería incuestionable lateral izquierdo de la selección española, otro futbolista criado en el nuestra cantera partiéndose la cara por el mundo para defender el rojo de la camiseta nacional. Habría sido pilar básico en las conquistas de la Eurocopa y el Mundial. Sería, sin duda, un crack en toda regla.
No estoy tan seguro de que Antonio estuviera hoy, esta temporada que nos concierne, en nuestro equipo. Su inigualable zurda de diamantes sin duda hubiera despertado aún más interés del que ya despertaba en su día y decenas de grandes equipos se hubieran peleado por tenerle en su once.
Sin embargo, con nosotros, podría haber sentido el orgullo de vestir la camiseta sevillista por toda Europa y escuchar de fondo el himno de la Champions. Mirando al infinito mientras a nosotros se nos ponía el vello como escarpias ante tan magno derroche musical. Y después, en el verde, apuntalando a sangre y fuego su banda y, ¿porqué no? Quizá marcando algún mítico gol más. Quizá el que hubiera supuesto adelantar al Fenerbache en aquella fatídica tarde que un penalti nos dejó fuera de la Champions.
Quizá pudiera habernos llevado a una gloria mucho más alta de todas las que hemos vidido hasta ahora, la de poder pelear y ganar el título de Liga. A principios de la 2007/2008, tras pisotear como a una hormiga al Real Madrid en la Supercopa de España, empezar la Liga como una moto con sendas goleadas a cuatro... Si Antonio no hubiera sufrido aquello que lo apartó de nosotros, ¿hasta dónde habría llegado aquella plantilla de ensueño? Unida, letal, feliz y con un sentimiento y filosofía de equipo tan grabadas en las botas y los corazones de los jugadores que nada ni nadie, como a él aquel jueves de Feria, hubiera podido pararnos.
Pero el destino, caprichoso y macabro como muchas veces es, nos privó de la sonrisa de Antonio cuando más sonrisas había en el mundo sevillista. Entristeció al mundo y destrozó de una tacada a un equipo y a dos familias, la nuestra, la sevillista y la del propio Antonio, en el momento de mayor felicidad de todas nuestras vidas, unos por la gloria deportiva y otros por la alegría que antecede al nacimiento de un hijo.
Esto, quizá, es lo que hubiera deparado al Sevilla y a nuestro querido Antonio si la vida no hubiera sido tan cruel con él, si la vida no se le hubiera ido con 22 años de edad.
Hoy habrías cumplido 27 años y nadie sabe cómo habría sido tu vida si no nos hubieras dejado aquella tarde de Agosto de 2007, pero estoy totalmente seguro de que, fuere como fuere, hubieras sido uno de los más grandes y hubieras terminado por convertirte en leyenda del sevillismo de igual manera, con el tiempo y con el trabajo y la dedicación que siempre te caracterizaban, no de la forma acelerada y cruel en que lo hiciste y lo sigues siendo. No bromeo si digo que cambiaría veintisiete años de ir a ver a nuestro equipo al Pizjuán porque tú, Antonio, hubieras podido cumplir tus 27 años junto a nosotros, junto a tu mujer y a tu hijo.
Hoy, la zurda de diamante hubiera cumplido 27 años y como, para mi y seguro para miles de sevillistas, Antonio sigue vivo yo quiero felicitarle.
¡¡¡FELICIDADES CAMPEÓN!!!
Yo también me he preguntado muchas veces que habría sido de él si no hubiera muerto, que seguro que hubiera ganado la Eurocopa y el mundial (no se si como titular porque Capdevila estaba fuerte, pero seguro que hubiera estado entre los 23) y tantas cosas...
ResponderEliminarMuy buena entrada amigo Kike.